jueves, 4 de febrero de 2010

Discurso en homenaje de la Dra. Giuseppina Grammatico

Me complace dirigirme a ustedes, en nombre de los alumnos de Licenciatura en Filología Griega y Latina, para homenajear a la gran mujer que fue Giuseppina Grammatico. Doctora en Letras Clásicas, Magíster en Filosofía, profesora de Lenguas Clásicas, Literatura Antigua y Mitología Grecorromana, destacó sobre todo por su extensa obra referida al filósofo–poeta Heráclito y a las reflexiones en torno a diversos ámbitos del mundo antiguo y por conducir, desde su fundación hasta la muerte de ella, el Centro de Estudios Clásicos de la UMCE. Sean estos los laureles más vistosos que conserve en la memoria colectiva el nombre de ella, brindándole una existencia digna y afamada incluso después de su muerte.
Todos los esfuerzos de ella estaban concentrados en el objetivo global de contraer hacia nosotros el cúmulo de textos y testimonios del mundo clásico para comprenderlo, interpretarlo y enriquecernos a través de ellos. No por nada sostenía que el conocimiento del mundo clásico no servía tanto para la subsistencia cuanto para la existencia. Y he aquí un punto decisivo en la cruzada por los estudios clásicos: gran parte de Occidente parece haber olvidado sus orígenes, extraviando su espíritu, a causa de una sumersión en los asuntos cotidianos. La mayoría de los hombres, enredada en los negocios del diario vivir, carece del tiempo y, quizá, hasta del interés requerido para internarse en los estudios clásicos.
Sin embargo, la profesora Giuseppina también sostenía que ellos no son algo de élite, como pretendían catalogarlos erradamente algunas personas. Debemos admitir que son pocos los que decidirán abocarse sobre un campo de estudios que difícilmente contraerá el sustento necesario para todos en nuestra vida diaria. Pero también es necesario reconocer que todos llevamos dentro el espíritu de la cultura clásica, puesto que él viene junto con la lengua y con las costumbres transmitidas desde los inicios de la Historia de Occidente. De esta manera, no debiera resultar extraño para ninguno conocer los testimonios más antiguos de aquello que hasta hoy cargamos en nuestro interior: el espíritu occidental. A causa de esto, podemos sostener que los estudios clásicos no son para una élite, sino que son abordables para todos los hombres, especialmente para aquellos integrados en la cultura occidental, puesto que estos últimos no estarían descubriendo algo extraño al internarse en ellos, sino develando algo que ya llevan dentro de sí mismos.
Aparte de lo anterior, también podemos testimoniar la imposibilidad de desvincularnos desde lo clásico a causa de que las huellas de esto están marcadas a lo largo de toda la obra y la Historia de Occidente: su carácter fundante y elemental aparece una y otra vez en nuestro mundo.
A tres meses de su fallecimiento, es placentero asistir a una reunión en la cual no solamente recordamos el nombre de Giuseppina Grammatico, sino que ofrecemos testimonio vivo de la continuidad de su obra con la publicación de dos números de la revista Limes y un ejemplar de la colección Iter. Estas publicaciones, iniciadas por ella en el seno del Centro de Estudios Clásicos, son solamente una muestra de la ardua tarea que la doctora Grammatico llevaba a cabo mientras vivió y nos dejó, como pesada y difícil carga, a quienes heredamos su legado. Pero nosotros, que la conocimos, fuimos capaces de percibir la fuerza de su espíritu y esto nos empuja a continuar la obra que ella levantó y condujo durante casi veintidós años. Asimismo, seremos nosotros los responsables de transmitir hacia otras personas este mismo amor por los estudios clásicos para conseguir que esta llama no se extinga, sino que siga ardiendo tenazmente junto a las otras que conforman esta universidad y el mundo académico en general.
El Centro de Estudios Clásicos no solamente destaca por conservar conocimientos valiosos, fundacionales y, en ocasiones, olvidados. También destaca por ser un ejemplo de virtud, de corrección académica y de empeño. Es un ejemplo de virtud porque guarda el tesoro de los mores maiorum, las costumbres de los antepasados. Es un ejemplo de corrección académica porque se ha definido siempre como una institución ciento por ciento académica y cero por ciento política o religiosa o de cualquier otro orden. Es, además, un ejemplo de empeño porque, con limitados recursos humanos y materiales, ha logrado varios éxitos y se ha mantenido firme a lo largo del tiempo.
Vale la pena recordar, también, que el Centro de Estudios Clásicos ha tenido siempre las puertas abiertas para quienes se han acercado hasta él en busca de conocimiento y/o material académico. También, por otra parte, ha contado con la presencia de destacados profesores nacionales y extranjeros que han concurrido hacia él para dictar diversos Seminarios. Ha llevado a cabo, además, diversos Congresos académicos tanto en Chile como en otros países, contribuyendo de una manera única a la difusión de nuestra universidad como institución relevante en el extranjero.
Todo lo que es y lo que vale el Centro de Estudios Clásicos hoy en día forma parte del legado de la profesora Giuseppina: no ignoramos que ella contó con la colaboración de muchas personas; pero tampoco pasamos por alto que ella, ejerciendo la dirección del Centro, imprimió un sello personal sobre él y lo condujo hacia las más altas cumbres de la Academia, desde donde pretendemos seguir elevándolo.
Magistra Giuseppina requiescat in pace.

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