Las últimas semanas no han sido fáciles. De hecho, han sido terribles académicamente. Baste con decir que apenas he añadido un párrafo y un total de 238 palabras a mi incipiente capítulo segundo de la tesis. Y vamos a explicar por qué.
En primer lugar, a causa de la dificultad de las tareas emprendidas. La traducción de textos alejandrinos y alemanes ha significado una notable desaceleración de la producción. Naturalmente, esto es extraño cuando se trata de los alejandrinos: sé traducir del griego antiguo y estos textos son posteriores a los monumentos literarios, que se presumen los más difíciles de traducir. Pero algo ocurre: la utilización de léxico especializado y, sobre todo, de numerosos infinitivos en distintos tiempos (con sujetos gramaticales sumamente esquivos) dificulta enormemente la tarea. No hay caso: el desciframiento de cada una de las formas resulta tan tortuoso que termina por extinguir el ánimo del industrioso traductor. Y ocurre algo similar cuando se trata del alemán, aunque en este caso la situación es más comprensible a causa de la escasa o nula experiencia anterior, sumada al uso de formas arcaizantes por los autores abordados.
En segundo lugar, la excesiva distracción. No es tan extraño que, dadas las difíciles condiciones anteriores, yo prefiera refugiarme en las redes sociales de Internet, los blogs y, especialmente, en el chat de Messenger. Por supuesto, es mucho más agradable conversar con un amigo que someterse a una tortura sin resultado alguno. Esto me ha conducido, sin embargo, a derrochar horas enteras de mi valioso tiempo. Y entonces viene el remordimiento por el tiempo perdido a la vez que el malestar por la fatigosa o infructuosa tarea que no acometí.
En tercer lugar, la dedicación a los asuntos domésticos. Esto es una necesidad básica: tener satisfechas todas las necesidades domésticas es elemental para poder dedicarse a cualquier tipo de actividad productiva (trabajo). Yo, por cierto, soy autoexigente en cuanto al orden, la limpieza y la alimentación. No tolero la desorganización de los muebles o cualquier cosa en la casa ni tampoco la suciedad excesiva: sí la relativa, pero tengo mis platos y ollas siempre limpios. Y me preocupo de estar bien alimentado y de disfrutar lo que como. A causa de esto comencé, en cierto punto, a caminar diariamente hacia la panadería —quince minutos desde la oficina o treinta desde el departamento—: y terminé comprándome una bicicleta. También decidí que debía comer un almuerzo y una cena contundente porque solo una comida fuerte resultó insuficiente de acuerdo con mi último análisis. Y esto de ir a comprar todos los días y cocinar cada dos o tres días quita tiempo también: tiempo que usualmente ocuparía en la oficina. Pero, como el trabajo no estaba muy productivo ni agradable, no me ha importado demorarme cuanto sea necesario (y a veces mucho más) para el orden de los asuntos domésticos.
Toda esta situación me hizo decidir, el fin de semana, que no seguiría traduciendo. De modo que el sábado me dediqué a leer y dar cuenta de un breve artículo que habla acerca del tema que trato actualmente en la tesis. Fue satisfactorio a causa de la rapidez con la que pude leerlo y producir un par de líneas: apenas una hora bastó (si acaso no menos). Seguí buscando fuentes para agregar información, pensando que debía concentrarme sobre la información disponible en lenguas legibles para mí. Pero me topé con otro alejandrino, Eustacio de Antioquía, cuyo documento resulta muy relevante y que me mantuvo —como era de esperarse— cabeceándome con formas inusuales y construcciones difíciles de descifrar. Cuando decidí ver qué más me faltaba por agregar en esta sección (sin haber traducido a Eustacio), descubrí que se trata de otro autor alemán, de modo que ahora pienso en comenzar de inmediato con la siguiente. En algún momento tengo que hacer lo que he dejado pendiente, claro, pero por ahora prefiero no seguir desperdiciando mi tiempo: porque mis intentos hasta ahora, si bien no del todo infructuosos, han significado largas horas de procrastinación.
Hay un amigo que me ayudará con uno de los textos alemanes. Y pienso pedirle ayuda a mi profesora guía para confrontar a Eustacio. Pero sé que no puedo reposar en este tipo de solución si quiero abordar comprehensivamente todos los materiales que son relevantes para mi tesis. Esto debe ser solo el comienzo de una exploración abarcadora e independiente.
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